La Pantera Rosa en… guillotina rosa

Hoy, la Pantera Rosa de Blake Edwards, estaría prohibida

Estaba dando una vuelta por el internet y me ha entrado un calentón al tropezarme con unos dibujos animados en los que la protagonista es una pantera de color rosa. ¿Rosa? ¿En serio? ¡No existen las panteras de color rosa! Y rosa ¿por qué? ¿Porque es hembra? ¿Hembra rosa, macho azul? ¡Discriminación! Ah, que es rosa pero macho… ¡Homofobia!

¡Inadmisible! Pero… ojalá solo fuera eso. Primero, veamos el capítulo titulado «Rosa frío». Uy… ¿no está en versión original? ¡Por favor!

¿Visto? ¿Sí? Es alucinante ¿verdad? Deberían prohibirlo.

Una pantera, animal protegido. La primera en la frente. Y para más recochineo de la especie es rosa, algo que no se consigue si no es lanzándole un bote de pintura por encima. Pero vamos a rizar el rizo y notamos que ha sido carne de laboratorio en pruebas de adicción a la nicotina porque fuma. ¡Maltrato!

En la primera escena del corto vemos como se ha abandonado al animal a la intemperie en una noche gélida. Aquí hay trata de animales exóticos. Pantera que pintan de rosa, le provocan adicción al tabaco y luego venden al mejor postor. El postor, tan culpable como el traficante, se aburre de ella y la abandona en medio de la ciudad con el peligro que eso puede acarrear. ¡Abandono!

El instinto del animal, le lleva a colarse en un hogar para esquivar el frío. De esta manera, comprobamos que la casa pertenece a un cazador que cuelga las cabezas de sus piezas abatidas en los safaris como si fueran trofeos de torneos de pádel. Elefantes, leones, hipopótamos, rinocerontes… y posados típicos de un cazador sin escrúpulos. ¡Apología de la caza furtiva! Ah… y hay que añadir la cantidad de armas colgadas en las paredes. A eso le llamaría «incitación a perpetrar una matanza en una escuela de Wisconsin», por ejemplo. ¡Violencia velada!

La pantera, la rosa, debe ocultarse porque el cazador y amo de la casa aparece en escena. ¿Cómo? ¡Fumando! El albornoz y fumar en pipa nos cuenta que el hombre está en su momento de relax, de disfrute de su tiempo libre. El hombre relajado aparece en escena con su perro fiel. Fiel, sí… hasta que no le sirva para cazar y lo despeñe por un acantilado o lo cuelgue por el cuello de un alambre oxidado. La muerte del animal dependerá de las costumbres del humano cazador. ¡Asesinos!

El perro se da cuenta de que la pantera disecada de Uganda no es otra que nuestra pantera pintada de rosa, adicta al tabaco y abandonada a su suerte en la ciudad. Como perro cazador que es, avisa a su dueño de una presa. El cazador, demuestra al can que la pantera está disecada dándole con un palo. Y ahí empieza el follón. Como el animal se emperra —y nunca mejor dicho— en que hay una animal salvaje suelto en la casa, no para de recibir palos por su mal comportamiento. ¿Así nos enseñan a educar a un perro? Y como ni un buen palo, ni un buen periódico —pues dicen que es más efectivo el ruido que el dolor— parecen surgir efecto ¡a la puta calle! Si tu perro no te obedece, tíralo.

El corto también nos enseña a malgastar energía. A hacer un uso irresponsable. A consumir hasta acabar con los recursos de la Tierra. Nos muestra que es mejor una buena bañera llena de agua caliente a una ducha rápida, que calientes la casa tanto como te sea posible hasta que puedas irte a dormir con un solo camisón y puedas caminar descalzo y que hay que tener todas las luces de las habitaciones encendidas aunque no estés más que tú solo en tu maldita mansión. También aprendemos algo tan raro como que una pantera sea rosa: aunque apagues las luces, seguirá habiendo la misma iluminación que antes. Eso sí, por si acaso, enciende una vela para ver mejor. La ciencia vuelve a fallar cuando vemos a la pantera apagando la llama de la vela y la iluminación sigue siendo la misma. Pero a ver… ¿los felinos no tienen una vista de puta madre de noche? ¿Pues para que hóstias le haces ir con una vela? ¡Para malgastar! ¡Derrochar! ¡Menospreciar el arduo trabajo de las abejas fabricando cera!

Todo esto, solo por encima. A simple vista y escrito muy rápidamente. No he contrastado si realmente hay o no hay panteras rosas adictas al tabaco o si en las casas de los cazadores las luces son innecesarias o si la taxidermia con animales es legal o ilegal o dónde coño está Uganda. ¡Me da igual! ¡No pienso perder el tiempo en comprobaciones buscadas en Google! ¡Me ha molestado y lo digo! ¡No es necesario toda esta mierda para hacer dibujitos animados con una supuesta gracia! ¿Dónde está la puta gracia? ¿Dónde está los jodidos putos límites del humor? ¡Me voy a quejar en Twitter, en Facebook y en su puta madre social! ¡Llamaré a Marhuenda y no le dejaré hablar hasta contárselo todo! ¡Qué puto asco!

Y así, todo hoy en día. O casi todo. Sacando las cosas de contexto, mirándolo todo con lupa y quejándonos por vicio y malestar. Joder por joder.

No sabes lo que me ha costado llevar a mi adorada Pink Panther al patíbulo y hacer esta lectura denostada, absurda y patética por un corto de animación de 1968. Lo siento mucho, Blake Edwards, no lo volveré a hacer.


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