¿Quién es la Bella Easo?

Tres anuncios de televisión desvelan el secreto mejor guardado

A estas alturas, del siglo XXI, no es muy fácil que vea anuncios de televisión en televisión en las pausas publicitarias de cadenas convencionales… que no son de pago, digo (*). Hoy en día, la pausa publicitaria es el mayor coitus interruptus existente. Tienes que ser muy buena para que me vaya a la cama contigo y soporte esa discontinuidad. Y cuando ves eso de «volvemos en 6 minutos» es el llamamiento a la desolación, a la desesperación, al desánimo, al «qué coño haces mirando esta cadena».

Pero hay un pequeño porcentaje de mi curiosidad que sí quiere ver anuncios cada cierto tiempo. No sé si es por la parte creativa que se les dedica o porque es una forma de estar atado a la actualidad. No sería bueno utilizar una escoba para barrer y no saber que ya se descubrieron las aspiradoras.

Sea como sea, veo anuncios y algunos me gustan mucho —hasta que los repiten tanto que acaban por aburrir y provocarte odio al producto—, otros me parecen menos interesantes que una necrológica y otros es para ahorcar a la agencia que lo ha pensado y al cliente que lo ha consentido (o le ha obligado a hacer según qué aberración).

Entre los que me gustan, los que no y los que ni fu ni fa, siempre se cuela ese punto de observación que me obsesiona: el de encontrar la misma persona en diferentes anuncios. Es un poco instintivo, me sale sin querer. Y no, no vale la saturación que un día provocó Martina Klein cuando salía en docenas de anuncios a la vez, parecía que lo anunciaba todo, porque todos eran del mismo grupo empresarial. No. Eso es muy fácil. Me refiero a ‘La chica de los anuncios’ y ‘Trampolín hacia el país de las maravillas’, dos hallazgos que ya conté anteriormente.

En esta ocasión traigo a Raquel, por ponerle un nombre, la guapísima pelirroja que tiene una coherente historia y que nos desvelará un secreto por milenios y milenios bien guardado. A ella no le pasan cosas tan increíbles como estar estreñida y de repente, conducir un automóvil. O pasar de una piscina comunitaria a viajar al país de las maravillas. La coherencia de la historia de Raquel se sustenta en el mundo de la alimentación: caldos, quesos y madalenas. Aunque el trasfondo y lo que esconde es otro.

El platenamiento.
Raquel vive una idílica vida. No sé si está casada o separada pero tiene un hijo con el que hace las compras. Si está casada, lo puede compaginar perfectamente bien con su trabajo. O eso o el anuncio muestra el único día en el que ella se encarga de hacer estas labores domésticas. El resto de tareas corren a cargo de él, su marido. Sí, sí… nada de machismos ni mierdas parecidas. Que ahí la veamos llegando de la compra no quiere decir que se dedique exclusivamente a eso. Y si está divorciada, separada o es madre soltera… pues mira, le toca hacerlo todos los días y el anuncio es lo que es. No hay más. El caso es que a Raquel y a su hijo les encanta el caldo. El caldo de la Comic Sans para ser más exactos.

El nudo.
A Raquel le ha pasado algo provocado por tanto caldo. Viendo el siguiente anuncio —he de aclarar que el orden cronológico es real, tal y como los han ido estrenando y emitiendo en el tiempo— se confirma que sí, es una mujer totalmente independiente y trabaja en un lugar que, como mínimo, es Google. Bueno, lo dejaremos en una startup, que también mola. Aquí hago un apunte ‘criticativo’ (palabra que me invento y que significa criticar la creatividad): en el spot —en este y en los demás de la misma marca— hay algo que me pone los pelos de punta y que lo convierte en uno de esos que la segunda vez que lo ves, ya lo odias: la chica que se desgañita con el claim vociferado «Es la vaca que ríe lait». Joder ¿a quién coño se le ha ocurrido semejante mierda?

El desenlace.
Siguiendo en el mundo de la alimentación, Raquel pasa del caldo y el queso a la bollería. ¡Un momento! Yo no he dicho lo que estás pensando que he querido decir. Con lo de bollería me refiero a La Bella Easo y sus madalenas (¿Madalenas se escribe magdalenas? ¿De quién es el blog? ¿Eh? Hazlo tú y déjame a mi vivir). Ya sabemos que a Raquel le gusta comer y que tiene una sonrisa preciosa. ¿Te imaginas anunciando cosas con cara de asco? Hasta ahí, todo bien. Pero ¿y su vida? Veamos el anuncio y matemos el tema:

Lo que está claro es que la primera casa no era pisito con aluminosis en el barrio de Gracia de Barcelona, no. Era una casa con jardín. ¿Y ahora vive en una granja? ¡Joder con la startup! Ah, espera… que a lo mejor la empresa de la escena del queso fundido, la empresa diáfana sin separaciones visuales de jerarquías, era suya y es la ejecutiva que trata a sus empleados como amigos. ¡Claro! ¡Coño, está clarísimo! Es la jefa de La Bella Easo porque vemos a sus hijos explotados recogiendo los huevos de sus propias gallinas. Naaah… esto último de los hijos me lo estoy inventado, tranquilos todos.

Por cierto, hablando de hijos… ¿dónde ha ido a parar su primer hijo? ¿Por qué ahora tiene esos otros dos? ¿Un niño y una niña? ¡Rubios! ¿Las pelirrojas solo pueden tener niños rubios? Por supuesto, obviaré que puedan ser dos niños explotados en una granja y pienso definitivamente que, esta chica estaba casada o vivía en pareja con el que tuvo un hijo al que le gustaba mucho el caldo de pollo. Por alguna razón que se desconoce, se separó. Pero todo lo lleva muy bien porque siempre está alegre. Sobre todo se nota cuando moja el queso con una compañera de trabajo. Y no, tampoco he dicho lo que crees que he dicho. ¡Estoy harto de que interpretes lo que te da la gana! Al final, acaba cayendo otra vez en el matrimonio o el vivir en pareja —sí, queridos, hay gente que no sabe vivir sola y disfrutar de uno mismo cada segundo de su vida— porque se junta con alguien que ya tiene dos hijos… rubios. Ojo, también podría tener tres hijos rubios suyos, biológicos, de dos padres diferentes y llevar una doble vida que nadie sabe excepto, ahora, tú y yo. Pero no, me parece improbable.

Finalizo resumiendo y destapando la identidad real de Raquel, porque Raquel es la verdadera Bella Easo.

(*) ¿Qué coño hace emitiendo publicidad una plataforma de pago? ¿Y un cine antes de los tráilers? ¿No es una abuso de nuestra confianza y de paciencia?


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