Más que reflexionado

La política española está tan obsoleta como el hecho de dedicar una jornada a la reflexión. Suena a tan… ¿religioso? Es como si, durante dos semanas de inútil campaña en la que han estado intentando inculcarte una moral, unas doctrinas, unos pensamientos, te dejaran ese tiempo para pensar en tus actos y expiar tus pecados. Como si tú fueras el culpable.

¿Tengo que reflexionar? ¿Sí? «Id a la mierda» es mi reflexión, para la cual, además, no he necesitado esas horas que dejáis de torturarnos con las mentiras de vuestros programas porque ya hace tiempo que lo tengo más que reflexionado.

Id a la mierda

Mañana iré a votar —otra vez— porque, igual que sé lo que quiero, sé lo que no quiero… aunque todo es inútil. Sabes que no se va arreglar nada, que todo seguirá igual, que estos hijos de puta solo miran por sus intereses y si algunos coinciden, mira, también serán los tuyos.

Y… ¡me dais pereza! Me provocáis náuseas, me ponéis de mala hostia y despertáis en mi un ser rancio y cabreado que odio profundamente.

Mi terapeuta decía que deje de tener expectativas de cómo tienen que reaccionar los demás. Los demás son los demás y cuanto menos espere de ellos, más alegrías me darán. También me aconsejaba que dejara de analizar lo que —yo creo— es justo y lo que no porque solo es mi punto de vista.

Lo intento y algunas veces lo consigo pero con la política, lo tengo todo perdido. No espero grandes cosas de un político (que por eso son políticos) pero sí me gustaría que fueran justos. En esto, mi terapeuta, fracasó.


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