Cómo hacer café

Cómo hacer caféHay muchas cosas sencillas y preparar un café está entre ellas. Es fácil, la forma de hacerlo (la receta) no me ocupará más de dos líneas. Ahora bien, si nos interesa obtener un buen café, profesional, como el de los bares, debo profundizar un poco más. Aún así, no son más de dos pasos.

El primer paso es llegar hasta la cocina. El segundo, incluso alguno más, lo daremos si no tenemos la precaución de tener el café bien cerca de donde tenemos la cafetera. A más distancia entre el café y la cafetera, más pasos. Y si entre ellos tenemos al molinillo equidistante… bueno, hacer un café puede convertirse en una caminata, lo cual no está mal si no hacemos ejercicio asiduamente.

Supongamos que tenemos el café molido y una cafetera típica, de las de siempre, la italiana de seis tazas. Pues mal. Ya vamos mal porque esta receta de café es para una sola persona. O bien tiraremos el café restante por el desagüe o repartiremos el café en seis tacitas y nos pondremos a jugar a las casitas con unas muñecas. Lo jodido es que, evidentemente, acabaremos bebiéndonos todo el café porque las muñecas no beben… y el látex tampoco es una esponja.

Cogemos la cafetera italiana y la desenroscamos por la mitad para separar la cabeza del cuerpo. Metemos la cabeza en una maleta y el cuerpo en otra. Trasladaremos el cadáver en dos salidas de casa, distanciadas suficientemente en el tiempo una de la otra para no levantar sospechas entre los vecinos. Una de las maletas la dejaremos junto al contenedor orgánico y la otra la lanzaremos desde un puente al río. Si no tenemos un puente cerca, lo haremos directamente al río. No es tan vistoso pero el fin es el mismo. Si tampoco tenemos río… ¿mar? ¿barranco? ¿vertedero? ¿nada? ¡Pues hay que pensárselo dos veces antes de descuartizar a alguien, hostias! ¿Habéis conocido alguna vez a un asesino en serie que improvise? No ¿verdad? ¡Pues entonces! La improvisación es el error del criminal. Pero bueno, el mal ya está hecho. Dejaremos la maleta restante al lado de otro contenedor que no sea el orgánico, el de papel por ejemplo, para despistar.

Una vez nos hemos deshecho de la cafetera italiana nos habremos liberado a la vez de una sobredosis repentina de cafeína que era hasta donde quería llegar. Debo recalcar que esta receta es para una sola persona. Utilizaremos una cafetera de brazo y su correspondiente cazuelita monodosis. Que no tienes cazuelita para una sola medida… te jodes, no hay café. Olvídame y busca en el internet de los cojones la receta para hacer té. Uno no puede ponerse a escribir todos los supuestos o acabaría dibujando un organigrama con preguntas y posibles respuestas a base de flechitas y polígonos.

Si no tenemos cafetera italiana y por culpa de una miserable cazuelita de más de un café no podemos utilizar la de brazo, tendremos que conformarnos con ser mainstream y tirar de una de cápsulas. Al menos avanzaremos en algo: las cápsulas son individuales y, por fin, es la medida exacta y precisa para esta receta.

Al parecer no hemos tenido que recurrir al calcetín como filtro porque tenemos una cafetera que funciona con cápsulas. Pues bien, se coge y se hace. Al gusto, más corto o más largo. Dejando que funcione más o menos tiempo la máquina, llenando más o menos el vaso. Así de fácil. No hay más. Ah… que tampoco tenéis cápsulas ¿se os acabaron? Mira, vamos a dejarlo. Vosotros no habréis conseguido llenar un estúpido vaso con unas gotas de café pero sí que habéis agotado mi paciencia. Venís aquí buscando la receta de cómo hacer un buen café y no os preparáis. Lo que no tenía que ocuparme más dos líneas se ha convertido en una nota más extensa que todos los libros juntos de la saga «Canción de hielo y fuego» de George R.R. Martin.

En cualquier caso y debido a la ley que nos obliga a cobrar un euro por receta, ruego hagas el ingreso lo antes posible de dicha cantidad (o de tantos euros como veces hayas releído esta receta) en mi cuenta de Paypal.


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